Época: India
Inicio: Año 850
Fin: Año 1200

Antecedente:
Arte Rajput en la India

(C) Alfonso Jiménez Martín



Comentario

El antiguo reino de Gujarat sigue siendo en la actualidad uno de los Estados más ricos de India, gracias a la fertilidad de su suelo y a su idónea ubicación para el comercio marítimo por el mar Arábigo.
El clan rajput de los Solanki, descendientes de los Chalukya, dominarán el Gujarat hasta el año 1200 en que los ghóridas del Delhi anexionan su territorio. La mayoría de estos príncipes estuvieron asesorados por ministros jainas e incluso alguno de ellos llegó a convertirse al jainismo. No es, pues, extraño que muchos de los nagara del Gujarat estén dedicados a este culto.

En el año 1031 y bajo el reinado de Bhimadeva I, su ministro jaina Vimala Sha, después de una cruenta campaña, quiso expiar la sangre que había vertido patrocinando la construcción de un templo en Monte Abu (actualmente en la frontera de Rajasthan; montaña sagrada del Gujarat ya citada en el "Mahabharata" y uno de los centros de peregrinación jaina más importante de la India del norte).

Vimala Sha se vio obligado a cubrir con monedas de oro el lugar de la futura edificación, para obtener el permiso de los sacerdotes hindúes que dominaban la zona. Tampoco escatimó el precio del material, un magnífico mármol blanco translúcido, tan fino que alcanza efectos táctiles y cromáticos de marfil. La tradición cuenta que el ministro pagaba a los escultores con el mismo peso de oro en polvo que de mármol pulverizado, procedente de toda su labor de pulimentación.

El templo, dedicado a Adinath (1º tirthakara), suscita más la admiración desde el punto de vista escultórico que arquitectónico, a pesar de ser uno de los nagara que más cuidadosamente equilibra masa, espacio y luz, siempre con una rigurosa técnica arquitectónica. Se levanta en medio de un patio rectangular cerrado por un pórtico corrido, adintelado, al que se adosan 59 capillas, que cobijan otras tantas imágenes de tirthakaras. El templo propiamente dicho presenta unificadas la sala y la antesala del dios con un muro de cerramiento; sin embargo, la mandapa, concebida como una sala de danza, es un espacio abierto, rodeado de ocho pilares y centralizado por una cúpula achatada, que constituye una de las claves del arte jaina.

Desafiando las posibilidades estáticas, los ocho pilares sostienen el arquitrabe octogonal sobre el que se levanta esta cúpula achatada, construida a base de capas concéntricas en un complejo sistema de aproximación de hiladas y de empujes horizontales, que descansan en una red interminable de arquitrabes hasta las otras estancias. En general, los templos jainas del Gujarat abandonan el bosque de columnas para engalanarse de guirnaldas. A este efecto de petrificación vegetal se suman las cúpulas, que reproducen mandalas florales.

Dos siglos después, otros dos hermanos y ministros jainas (Tejapala y Vastupala) mandaron construir otro templo anejo con idénticas características; esta vez dedicado a Neminath, el 22.° tirthakara.

Esta moda cundió en el Gujarat, y ya no sólo los ministros sino también los príncipes y los ricos mercaderes jainas patrocinaron la construcción de templos, todos en mármol blanco y bajo las mismas premisas arquitectónicas, aunque cada vez más amanerados en su tratamiento escultórico. Es el caso de los templos de Achalgarh, Jalor, Nagka, Kumbharia, Citorgar, Ranakpur, Gimar y Palitana. Palitana es la ciudad sagrada del jainismo en el norte de India (Sravanabelgola, Mysore, en el sur) y ha seguido edificando templos desde entonces hasta la actualidad.

Otro de los nagara representativo de este estilo es el templo de Surya en Modhera (a unos 100 km al norte de Ahmadabad, actual capital del Gujarat).

Es un templo hindú dedicado a la divinidad solar, como el de Konarak, pero construido en el siglo XI, siguiendo el estilo de los jaina de Monte Abu. Modhera fue un lugar sagrado ya (siglos VI-VII) para los Chalukya, que excavaron un lago flanqueado de ghats (plataformas escalonadas para la incineración) y capillas funerarias. Posteriormente y junto al lago, los Solanki construyeron este nagara del que, desgraciadamente, sólo quedan los muros de la sala y antesala del dios, y la mandapa exenta como pabellón hipóstilo. Todo el conjunto ha perdido sus cubiertas exteriores y, a pesar del esfuerzo del Archaeological Survey of India, apenas sobreviven algunas bóvedas interiores. Además de la consabida destrucción islámica, el edificio ha sufrido un gran deterioro debido a algunos temblores de tierra y, principalmente, a la mala calidad del material con el que fue construido: una blanda arenisca de grano muy grueso fácilmente desmigajable.

El plano de la mandapa, exenta (destinada a la danza), tiene forma de cruz griega, que multiplica sus ángulos y adelanta sus cuatro brazos a base de pórticos sobre columnas. Las columnas interiores, totalmente cubiertas de apsaras (bailarinas celestes) y demás iconografía festiva dentro del estilo hinduista del siglo XI, soportan una bóveda central a 7,50 m de altura. La bóveda, una enorme mandala floral, vuelve a resolverse sobre un arquitrabe octogonal a base de aproximación de hiladas. La cubierta exterior, en ruinas, adoptaba una forma piramidal, en saledizo que contrarrestaba su empuje vertical a base de múltiples contrafuertes.

Dichos contrafuertes se denominan urushringa y son característicos de la arquitectura gujaratí. Imitan en pequeña escala la forma de los sikara y, a partir del siglo XI, empiezan a difundirse por todos los reinos rajput, igual que ocurría con las mandapas exentas de la Rajputana.

El edificio principal es de planta rectangular (26 m x 16 m) y engloba en un único espacio interior la sala y la antesala del dios. Al exterior las cubiertas, hoy totalmente destruidas, sí diferenciaban un sikara sobre el sancta sanctorum, y una cubierta piramidal en saledizo sobre la antesala. La decoración interior es escasa, apenas algunas imágenes de Surya en nichos regularmente repartidos, aunque la puerta de acceso está profusamente decorada a base de guirnaldas florales, que pueden recordar arcos polilobulados, sin que ello suponga ninguna influencia islámica, mucho menos en fecha tan temprana.

Esperemos que en un futuro próximo los trabajos de reconstrucción, que se vienen realizando acertada pero lentamente, se aceleren hasta el punto de ver completas todas las cubiertas exteriores, pues todo el recinto está salpicado de piedras originales. Que este templo de Surya en Modhera sirva no sólo para cerrar dignamente este apartado del Arte Rajput del Norte, sino también como magnífico ejemplo indio de monumento histórico artístico.